sábado, 10 de marzo de 2012

AMIGO MÍO

Querido amigo, más que amigo familia, como dijo Nacho, hoy quiero centrarme en ti, no es momento de otra cosa, aunque para explicarme hable de mi.
Hace algún tiempo, no se si 5 años, te hecho de menos, pero ayer, por motivos que te cuento, muy en especial ayer, en la convocatoria que hubo del padre Llanos, en el Pozo, por su trabajo, de pronto aparecieron 3 rostros, claro, personas que han fallecido, ¡pero estaba la parroquia de San Carlos y las personas que iban a la mesa redonda! de pronto decidí no ir al acto, busque escusas, te eche de menos amigo, no solo ayer, siempre, me imagino porque no estabas amigo, quiero que sepas que cuando yo llegué a San Carlos y te conocí cambió mi vida, los miedos, la inseguridad... todo en mi vida cambió, empecé a quitarme el miedo, descubrí lo que son las miserias de la vida, que las hacemos reales las personas.
Hoy por tu falta en San Carlos quiero que sepas que allí aprendí lo que es el evangelio, amigo, yo tuve hambre de amistad y tú me diste de comer, tuve sed de cariño y tú me diste de beber, estuve presa de mis miedos e inseguridades y tú me liberaste, me enseñaste que no había que colgarlos, que había que quitar esa cuerda que aveces te ahoga, cuando pensaba que yo era atea descubrí que Dios es ateo, ahora es cuando tenemos que demostrarlo que dice el evangelio, siempre lo hacemos, y lo llevamos a la práctica. Pero he fallado, he tenido miedo, y no gritar, aquí falta Enrique de Castro, porque cuando vi la foto en la convocatoria es lo que pensé.
Maldito el poder, maldito el orgullo, maldita la astucia, maldita la Iglesia Católica, que siempre consigue ponernos con su astucia en el lugar donde ellos quieren, en la oscuridad, en la penumbra, y digo esto porque desde que el cardenal Roucco quiso cerrar San Carlos Borromeo tengo la sensación después de vivir el orgasmo de apoyo de todas las personas que lo hicieron, repito en la lejanía desde entonces me da un punto y pienso que ganó la guerra porque dice el refrán de divide y vencerás, algunos nos peleamos entre nosotros, y nos alejamos unos de otros.
Enrique, te quiero, por tu saber estar, por tu coherencia, y cada vez tengo más claro que hay que celebrar el encuentro y el evangelio, no importa donde sea.
Hay que beber de la sabiduría de los mayores, igual que los jóvenes tienen que emprender su camino, antiguamente, eso no era así, vivíamos unos con otros, con todo mi cariño besos, y con mi humildad y recordando que siempre escribo muy bajito, desde el suelo.